30 mayo 2007

secuestradora se confiesa

[Santa Cruz] Desgarradora confesión de la mujer estéril que ideó sustracción de lactante en Santa Cruz para retener a su pareja. "Inventé que estaba embarazada y robé la guagua". Su obsesión por ser madre como fuera podría costarle 10 años en la cárcel. "Al verme con el niño en los brazos arranqué", relató.
Llorando a lágrima viva, M. F. (32) confesó ayer, ante el Juzgado de Garantía de Santa Cruz, las razones que la impulsaron en la tarde del 23 de junio del año pasado para huir con la guagüita de siete días que Maritza Reyes le había encargado cuidar en la sala de espera del hospital de la localidad, mientras le atendían a su hija mayor en pediatría del establecimiento.
El robo del lactante activó un operativo policial que culminó horas más tarde, en las cercanías de Lolol, con la recuperación de la criatura y la captura de la pareja que lo tenía en su poder.
Ante un tribunal de Juicio Oral integrado por los jueces Rodrigo Gómez, Carolina Lasen y María Angélica Mulatti, M. F., imputada por el delito de sustracción de menores, explicó que esa tarde llegó hasta el hospital con el firme propósito de robar una guagua para presentársela a su pareja, Bernardo Valenzuela Cornejo, como fruto de sus relaciones.
Según la mujer, actuó movida por la desesperación y su afán de retener al hombre mediante una falsa maternidad, ya que ella no puede concebir un hijo, pues padece de distrofia ovárica.
"Le inventé que estaba embarazada y robé la guagua, pues pensaba que esta noticia le alegraría", enfatizó la mujer.
Ajena a toda clase de sentimentalismos o lealtad de género y apegada sólo al estricto tenor de la ley, la fiscal Yenny Muñoz solicitó una pena de diez años y un día para la mujer.
En su dramática confesión, relató cómo, para evitar las iras de su pareja que anhelaba un niño, inventó estar a punto de dar a luz y se dirigió hasta el Hospital de San Fernando. Mientras elucubraba cómo seguir con la farsa, sentada en un escaño frente al centro asistencial, se le acercaron familiares a preguntar por el niño.
"Tuve que decirle que había quedado en la maternidad", explicó la joven.
Entonces, desesperada, presa de la red que ella misma había tejido y, acorralada por su propio cuento, se dirigió entonces al Hospital de Santa Cruz.
"Allí, en la sala de espera, vi a una señora que tenía un bebé en sus brazos y le dije ¡qué linda es su guagua! Ella, al ver que le encontraba bonito el niño, me pidió que se lo cuidara mientras le controlaban a otro de sus hijos", añadió.
"Al verme con el niño en los brazos arranqué. Me fui hasta el centro de Santa Cruz, compré pañales y viajé hasta Lolol. Bernardo creyó que era nuestro hijo y decidimos irnos en su automóvil a Hualañé, pero en el camino nos alcanzó la juanita [patrullera]. Una carabinera se bajó de la patrulla. Me pidió al bebé y yo se lo entregué. Eso es todo", dijo la imputada.
Tras recuperar al niño, Maritza se lamentó de haberle encomendado el cuidado de su hijo a una desconocida. "Hablé muy poco con ella. Me dijo que era de Chépica, que no tenía hijos, que había llegado hasta Santa Cruz a visitar a una tía enferma de cáncer al estómago y que estaba esperando la hora de visitas".
Desde entonces Maritza no se la cree a nadie. La lección fue muy dura. Hoy forma parte del club de los desconfiados y duda cuando se le cruza en su camino un buen samaritano que se le ofrece, gentilmente, para ayudarla en cualquier cosa.
[J. Pinto/ M.Vega ]
[30 de mayo de 2007]

la cuarta]

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